domingo, 26 de diciembre de 2010
De la resaca
En la mesa la nochebuena que mi madre me regaló y en el sillón los gatos se acicalan. La cama aún revuelta y el cielo nublado. Este día posnavideño se confabula en contra mía o ¿será a mi favor? Todavía tarareo las canciones de cuna para el pequeño Isaac, la voz de mi padre y nuestros ojos atentos a su boca -a sus palabras como polvos azulados-, la sonrisa de mi madre y la gata contenta brincando en la madrugada. Y luego ese árbol con esferas moradas y doradas tan ajeno a todo, no podía evitar sentir que no pertenecía a ese espacio, y esta vez no quise reflejarme en las esferas como siempre y no sé por qué. Era frío.
jueves, 16 de diciembre de 2010
Aun enojada...
Como Gata Boca Arriba
Te quiero como gata boca arriba,
panza arriba te quiero,
maullando a través de tu mirada,
de este amor-jaula
violento,
lleno de zarpazos
como una noche de luna
y dos gatos enamorados
discutiendo su amor en los tejados,
amándose a gritos y llantos,
a maldiciones, lagrimas y sonrisas
(de esas que hacen temblar el cuerpo de alegría)
Te quiero como gata panza arriba
y me defiendo de huir,
de dejar esta pelea
de callejones y noches sin hablarnos,
este amor que me marea,
que me llena de polen,
de fertilidad
y me anda en el día por la espalda
haciéndome cosquillas.
No me voy, no quiero irme, dejarte,
te busco agazapada
ronroneando,
te busco saliendo detrás del sofá,
brincando sobre tu cama,
pasándote la cola por los ojos,
te busco desperezándome en la alfombra,
poniéndome los anteojos para leer
libros de educación del hogar
y no andar chiflada y saber manejar la casa,
poner la comida,
asear los cuartos,
amarte sin polvo y sin desorden,
amarte organizadamente,
poniéndole orden a este alboroto
de revolución y trabajo y amor
a tiempo y destiempo,
de noche, de madrugada,
en el baño,
riéndonos como gatos mansos,
lamiéndonos la cara como gatos viejos y cansados
a los pies del sofá de leer el periódico.
Te quiero como gata agradecida,
gorda de estar mimada,
te quiero como gata flaca
perseguida y llorona,
te quiero como gata, mi amor,
como gata, Gioconda,
como mujer,
te quiero.
Goioconda Belli
Te quiero como gata boca arriba,
panza arriba te quiero,
maullando a través de tu mirada,
de este amor-jaula
violento,
lleno de zarpazos
como una noche de luna
y dos gatos enamorados
discutiendo su amor en los tejados,
amándose a gritos y llantos,
a maldiciones, lagrimas y sonrisas
(de esas que hacen temblar el cuerpo de alegría)
Te quiero como gata panza arriba
y me defiendo de huir,
de dejar esta pelea
de callejones y noches sin hablarnos,
este amor que me marea,
que me llena de polen,
de fertilidad
y me anda en el día por la espalda
haciéndome cosquillas.
No me voy, no quiero irme, dejarte,
te busco agazapada
ronroneando,
te busco saliendo detrás del sofá,
brincando sobre tu cama,
pasándote la cola por los ojos,
te busco desperezándome en la alfombra,
poniéndome los anteojos para leer
libros de educación del hogar
y no andar chiflada y saber manejar la casa,
poner la comida,
asear los cuartos,
amarte sin polvo y sin desorden,
amarte organizadamente,
poniéndole orden a este alboroto
de revolución y trabajo y amor
a tiempo y destiempo,
de noche, de madrugada,
en el baño,
riéndonos como gatos mansos,
lamiéndonos la cara como gatos viejos y cansados
a los pies del sofá de leer el periódico.
Te quiero como gata agradecida,
gorda de estar mimada,
te quiero como gata flaca
perseguida y llorona,
te quiero como gata, mi amor,
como gata, Gioconda,
como mujer,
te quiero.
Goioconda Belli
domingo, 10 de octubre de 2010
Sólo tú
Ahora caigo en la cuenta del peso que deposito en tus hombros cuando te digo "mi vida", "mi amor", "mi cielo". Aún así estás conmigo. Y te extraño tanto en esta noche acompañada sólo del dolor que no me deja y del deambular del gato. Hoy cuando las estrellas se fracturan y puedo escuchar su crujir. Y aquellas del techo se apagan lentamente.
domingo, 3 de octubre de 2010
martes, 21 de septiembre de 2010
Punzamientos
El zzzzzzzzzzzzzz de mi cabeza.
Despojada de mi oficina.
Frío y la tempestad de la tarde.
El no llanto.
Los puntos de mi falda.
Mis aretes negros.
El cabello alborotado.
Mis ojos...
Yo...
Despojada de mi oficina.
Frío y la tempestad de la tarde.
El no llanto.
Los puntos de mi falda.
Mis aretes negros.
El cabello alborotado.
Mis ojos...
Yo...
lunes, 20 de septiembre de 2010
lunes


Hoy la T me ha caído como una ola enorme, de esas que te arrastran y te hacen tragar arena. Y cada que se acerca de ese modo me asusta, porque no quiero que permanezca, que se quede de nuevo. Hoy traigo la garganta anudada con un listón azul desde muy temprano. Tengo ganas de usar el collar de perlas con cristales, tener una vía láctea alrededor del cuello, pero y si es cierto lo que dice mi madre y todo empezó con los aretes con perlas de la abuela, o era un anillo, no sé, no importa. Tampoco sé si terminó también con ellos. Hoy estoy dispar, me siento como aquella mujer de las películas de Almodovar con la cara de un Picasso, tiene razón él, su cara es así. Quisiera un hueco negro donde poder abrazar mis piernas y acurrucar el rostro sobre ellas, pero tampoco puedo porque me dan claustrofobia los lugares muy pequeños. Quiero que te reduzcas hasta ser nada, que te vayas como puntos suspensivos hasta desaparecer, que te conviertas en polvo y te pueda barrer con una escoba hecha de plumas y vueles hacia la nada.
domingo, 5 de septiembre de 2010
Friday nightmare
El viernes fue trágico, entonces todo adquirió sentido sin tenerlo. Enloquecí como aquellos días en que me perdía en lugares bien conocidos y puedo decir que esa es de las peores pérdidas o perdidas, no sé. Así, me perdí y lo perdí. Mientras veía correr el reloj la ansiedad me perturbaba más y las imágenes llegaban y lo empeoraban todo: él, la gallina degollada (no la de Quiroga), la mariposa negra y todo el remolino que me hacía permanecer adherida a la pared. Esperando. Llegaban uno y otro y otro tren y las lágrimas me escurrían por las mejillas. Impaciente seguía pensando y me taladraban el cráneo tantos pensamientos y estaba asustada y luego aquel joven se acercó y me ofreció un pañuelo y luego me hizo esa señal con el pulgar hacia arriba y las lágrimas brotaron más. Y en un flashback mezclaba aquel pasado con el presente. Aquí, allá, atrás, aquí... Y yo tan vulnerable y temerosa salí corriendo con las imágenes y las palabras tras de mí golpeándome la nuca.
sábado, 28 de agosto de 2010
viernes, 30 de julio de 2010
jueves, 29 de julio de 2010
lunes, 26 de julio de 2010
Del cielo al infierno
Vida y muerte
Energía y paz
Si hoy me detengo
aun así valió la pena
Hasta los terribles errores que cometí
Y hubiese corregido si hoy pudiera
Los dolores que me quemaron
y dejaron cicatrices en mi alma.
Valió la pena por permitirme caminar por donde camine.
Que fue el infierno en la tierra
El cielo en la tierra.
De vuelta , adentro,debajo, apartado...
A través, en él, sobre él...
Gia (1960-1986)
domingo, 25 de julio de 2010
Hotel Cuore
Recuerdo de ayer al mirar el hotel Cuore desde el tráfico de Tlalpan. Corazones iluminados en rojo bajo la oscuridad y la ténue luz de la Luna. ¿Será así su ritmo? ¿El de cada habitación?...
viernes, 23 de julio de 2010
De antes de despertar
Párpados rojos sanguinolentos. Fluyen lágrimas carmín de sus ojos, se escapan los sonidos como riachuelos teñidos de sangre por sus oidos. Estoy asustada, triste, preocupada. Mi madre me ignora, lo ignora. Mi padre se monta en la bicicleta y se va escurriendo el rojo por los poros. Vuelve...
martes, 20 de julio de 2010
martes, 13 de julio de 2010
Atemporal
¿Sabes? Hoy, al recordarte, lloré por la mañana mientras tomaba el café. A dice que debo superarlo que esa a quien recuerdo ya no eres tú, que hace mucho que cambiaste y lo sé y no sé por qué me cuesta tanto aceptarlo. Llevas más de un año lejos de esta ciudad, de este país, pero en realidad es más y mis intentos por tu permanencia han sido vanos. Los recuerdos no se esfuman como el humo de este cigarro y el cariño tampoco. Tal vez mi corazón es tan pequeñito, de pollo como dice mi papá, pía y exagera, pía, pía, pía… No me enojo pío. Te acuerdas cuando me decías “enójate conmigo” y yo sólo no podía, aún no lo logro. Quizás sea tiempo de dejar esos recuerdos bonitos de infancia y adolescencia y seguir, dejar de querer mantener lo impermanente. Es que yo sigo siendo yo, eso creo, la mismita con algunas variantes, pero yo. Eso debe ser. Tomo tan en serio ciertas palabras y asumo compromisos gustosos sin consultarlos y entre tanto asumir no me importa si son líneas paralelas o perpendiculares. Ya no puedo seguir asumiendo lo inasumible, lo que ha terminado. Y esto no tiene nada que ver con mi terapeuta, sino con la ilusión de que lo perdido vuelva y perdure. A veces olvido que hemos crecido y que ya no hay juegos de zapatitos cruzados para después preguntarle a las tías de quién son los pies, las risas en la madrugada, las uñitas y las cartitas de cumpleaños… Eso siempre estará en un cajoncito de mi corazón, pero las añoranzas, los quizás, deben terminar porque lastiman mucho.
domingo, 11 de julio de 2010
Brevedades
Si mi pensar hablara como no lo hacen las flores secas, como estos rayos de sol filtrados por la ventana, como la lluvia que se aproxima de nuevo. ¿Lo reconocería? ¿Diría todo? ¿A quién? ¿A ti, a mí? ¿Se rompería algo? ¿Se acabaría todo? Mejor no pensar en la lengua larga del pensar.
La tía Euge dice que Tin tan antes de ser él (Tin tan) era novio de la muchacha que ayudaba en casa de los abuelos. Pasaban al kinder por ella y él decía: “súbase mi ricitos de oro (a la bicicleta)”. Y si no era Tin tan quién era. Claro que ya era.
Si me pidieran que dijese algo de cinco de mis “cosas” favoritas diría –podría ser-: de las orquídeas me gusta su extraña figura, digamos, un tanto animal, casi puedo mirarlas caminar, sacudirse el agua fría de lluvia de las tardes grises, melancólicas, susurradas, desfragmentadas sobre el paraguas azul-Chopan tuberculoso, álgido, pálido y cubierto de piedras de colores; lapislázuli en dije pendiente de los alambres, aristas, garras de gato desgarrando a la Luna.
La tía Euge dice que Tin tan antes de ser él (Tin tan) era novio de la muchacha que ayudaba en casa de los abuelos. Pasaban al kinder por ella y él decía: “súbase mi ricitos de oro (a la bicicleta)”. Y si no era Tin tan quién era. Claro que ya era.
Si me pidieran que dijese algo de cinco de mis “cosas” favoritas diría –podría ser-: de las orquídeas me gusta su extraña figura, digamos, un tanto animal, casi puedo mirarlas caminar, sacudirse el agua fría de lluvia de las tardes grises, melancólicas, susurradas, desfragmentadas sobre el paraguas azul-Chopan tuberculoso, álgido, pálido y cubierto de piedras de colores; lapislázuli en dije pendiente de los alambres, aristas, garras de gato desgarrando a la Luna.
viernes, 2 de julio de 2010
Ausencia
Esta semana tuve grabado el blanco. Una camisa que quería ser sábana para cubrir tus ojitos, pendiendo de una manita que todavía miro y aprieto. Otros ojitos que miraban escurrir las lágrimas del bisabuelo... Sé que en tu vida hubo muchos colores más allá del blanco teñido de carmín del final; más allá del gris y del blue. Me gustaría tanto que me dijerás que sí, que a veces eras amarillo, púrpura, verde o rosado. Ella te quiere tanto aún..., aún llora por ti y también sonríe por ti, y yo también te quiero aunque no te haya conocido. ¿Que dónde estás...? Con seguridad puedo decirte que en mi memoria. ¡Qué tengas el fin de semana más bonito y feliz!
Ciudad
Ruiseñor, Lluvia, Lava… Son algunas de las calles que paso cuando voy camino al trabajo, y en el trayecto pienso en las características que cada una debería tener e imagino en cuál de ellas me gustaría vivir. Supongo que mis estados de ánimo no me permitirían habitar siempre una. Cómo ser siempre ruiseñor, cómo ser siempre lluvia, cómo ser siempre lava. Claro, dejaría de ser yo, de ser mí, de ser. Los caminos te permiten pensar, mirar, sentir…, pero parece que en las ciudades, en ésta, lo podemos olvidar tan fácil. Ensimismarse, enajenarse, descorazonarse.
sábado, 12 de junio de 2010
Timmy Turner
A Timmy Turner le gusta caminar siempre hacia una dirección, si lo giras él regresa las patas al lugar anterior. Después de dos meses de ceguera Timmy abrió los ojos y decidió no cerrarlos nunca más, bueno eso decidió, pero olvidó que debe dormir bajo el agua de vez en cuando. A Timmy no le gusta la pecera, no, no es que le guste el oficio de limpia vidrios, él quiere una puerta para salir a pasear y algunas ventanitas para asomar su cuello largo de tortuga. Claro, había olvidado decir que Timmy Turner es una tortuga y no sólo una tortuga, es la tortuga de Carlos, mi hermano. Cuando llego de visita me gusta sujetarlo entre mi mano e imaginar que vuela; por supuesto que vuela aunque debe de hacerlo de noche cuando todos duermen, y luego lo miro caminar rápido, rápido, mientras le grito a Tache –la gata- que Timmy no es comida, que a la familia no se le come. Después lo alimento, le encantan las tortuguetas y puede comer un montón de esas bolitas flotantes, pero como su apetito es tan grande como él no desprecia a la lechuga y al jitomate. Timmy Turner crece tres centímetros por día y mira a la Luna por la ventana todas las noches. A veces se siente triste a pesar de los cariños en su cabecita, pero otras está feliz de ser una tortuga y tener un nombre tan sofisticado.
viernes, 4 de junio de 2010
Se fue
Volteo la mirada y observo a unos pequeños jugando, corriendo, gritando… Hace una mirada cuando uno de ellos llevaba su comida a la casa, su pollo kentucky, para comer acompañado -diría que para chuparse los dedos, pero era un caballerito demasiado propio para eso- porque sus padres casi nunca estaban en casa. Gordito con cabellos rizados como serpentinas. Mi hermano y él sonreían. Mi pequeño hermano cabellos de agua. Ayer falleció aquel niño que nos conmovía tanto y hoy, nada, ya no está, ya no existe ese pequeño que buscaba compañía a la hora de la comida. Lo mató la velocidad, la moto, la falta de casco…, pero nada de eso importa porque él ya no está. Está un cuerpo que hará un viaje a Veracruz, el último, y no importa porque ya no es él, es sólo un cuerpo. Y siento el pecho oprimido porque el nene que miraba ha muerto y ha dejado a otro sin padre. Y ya no está, y las imágenes van hacia atrás en mi cerebro y es como si tampoco hubieran estado nunca…
Tiene menos de un mes que dos de los amigos de infancia de mi hermano ingresaron al reclusorio y me duele imaginarlos ahí, me duele su falta de sensatez, me duele su tontería… Me gustaría poder seguir viéndolos corriendo, jugando y gritando. Pequeños. Y de algún modo, ahora sólo percibo su ausencia, y todo se fragmenta y, como si fuera un puzzle, intento unir las piezas para comprender, pero no encajan. Se han quedado sin esquinas que unir. Y es como si tampoco ellos estuvieran.
Está mi hermano a pesar del miedo de tantas veces que creí… No quiero escribirlo. Está y puedo llamarlo para que me haga reír con una tontería y para decirle te quiero. Él no es un fragmento, está completo, lloro, pero estoy feliz por eso.
Tiene menos de un mes que dos de los amigos de infancia de mi hermano ingresaron al reclusorio y me duele imaginarlos ahí, me duele su falta de sensatez, me duele su tontería… Me gustaría poder seguir viéndolos corriendo, jugando y gritando. Pequeños. Y de algún modo, ahora sólo percibo su ausencia, y todo se fragmenta y, como si fuera un puzzle, intento unir las piezas para comprender, pero no encajan. Se han quedado sin esquinas que unir. Y es como si tampoco ellos estuvieran.
Está mi hermano a pesar del miedo de tantas veces que creí… No quiero escribirlo. Está y puedo llamarlo para que me haga reír con una tontería y para decirle te quiero. Él no es un fragmento, está completo, lloro, pero estoy feliz por eso.
domingo, 16 de mayo de 2010
Viejo cajón
Viejo cajón que eres así cual una madre,
que me ofreces tus brazos como un amigo bueno
para arrojarme en ellos en forma de papeles
donde puse o pusieron algo unido a mis sueños
Tú, donde yo he botado neurasténicamente
el cáliz que hallé fresco y te lo di por viejo
librándole mezquina de mis manos nerviosas
que ávidas se tendieron sobre el capullo nuevo;
tú que ignoras nada de este desorden mío
que tu espacio breve hizo un cofre bohemio
dejando que se muerdan algunos besos suaves
y haciendo que se besen algunos odios muertos;
tú que has visto mis manos crispadas abrazarte
cuando quise en tu tumba enterrar un recuerdo,
que acaso eres el único que conoce de cerca
cuáles son mis amores y cuáles son mis desprecios,
estás lleno de polvo, olvidado en la oscura
habitación que nadie visita, ni el sangriento
lamparazo del sol cuando marcha, ni el banco,
orificado leve, sobre la aurora abierto...
Yo he penetrado ayer en el cuarto sombrío;
me allegué para abrirte, mi buen amigo viejo...
¡Y he sido una cobarde! ¡Mis manos han temblado
y no pude mover tu lomo polvoriento!
Alfonsina Storni
que me ofreces tus brazos como un amigo bueno
para arrojarme en ellos en forma de papeles
donde puse o pusieron algo unido a mis sueños
Tú, donde yo he botado neurasténicamente
el cáliz que hallé fresco y te lo di por viejo
librándole mezquina de mis manos nerviosas
que ávidas se tendieron sobre el capullo nuevo;
tú que ignoras nada de este desorden mío
que tu espacio breve hizo un cofre bohemio
dejando que se muerdan algunos besos suaves
y haciendo que se besen algunos odios muertos;
tú que has visto mis manos crispadas abrazarte
cuando quise en tu tumba enterrar un recuerdo,
que acaso eres el único que conoce de cerca
cuáles son mis amores y cuáles son mis desprecios,
estás lleno de polvo, olvidado en la oscura
habitación que nadie visita, ni el sangriento
lamparazo del sol cuando marcha, ni el banco,
orificado leve, sobre la aurora abierto...
Yo he penetrado ayer en el cuarto sombrío;
me allegué para abrirte, mi buen amigo viejo...
¡Y he sido una cobarde! ¡Mis manos han temblado
y no pude mover tu lomo polvoriento!
Alfonsina Storni
domingo, 9 de mayo de 2010
Será
Hace unos momentos el sol era implacable y ahora las nubes amenazan con caer, y mientras mi ropa blanca se revuelca entre el agua caliente y la espuma. En la mesa aún el café de la mañana y el azúcar mascabado y el café de la tarde con el que intentaba contener este sueño que hace que me pesen los ojos, como si estuvieran rellenos de bolitas plásticas, y que me piquen como si rodaran sobre pasto seco. El rocío del “sueño profundo” ha perdurado más de 24 horas y la esencia de rosas hace lo suyo. O, estoy enferma de sueño, serán algunos de los síntomas soñar despierta y dormitar de pie; roncar al intentar hablar; ser un sonámbulo despierto o un despierto dormido. Un hechizo de sueño o nada. Será el precio por intentar dormir un poco más.
sábado, 24 de abril de 2010
Antonin Artaud. Pedazo de Nervios

Por Agustina Jojart
Reconocerse en Antonin Artaud es una costumbre que practican aquellos que habitan algún tipo de infierno. El arte como manifestación es un nervio vivo por el cual escapamos a las formas de morir o recreamos nuevas maneras de estar para estar en la vida; es el puente que nos conecta con una realidad deseada, pero no olvidemos que los dolores y los placeres están dentro de cada uno: cualquiera otra invención de espacios ideales será una ficción infernal: el arte nos libra de la locura y nos conduce paradójicamente a ella.
Artaud fue el artista más sincero consigo mismo y con el arte; siempre fue en busca de lo que jamás hallaría o, quién sabe, en busca de lo que ya estaba en él.
Artaud. El doble. La contradicción. Salir. Volver. Lo pesado de los nervios. Los pedazos. La unidad. Antonin.
Antonin Artaud decía que la niñez era como la muerte. Y me pregunto cómo habrá sido la infancia de un niño sin juguetes ¿Cómo es la infancia de la meningitis?
¿Con quién juega la membrana de su cerebro, y en qué parques los nervios son verdes y sólo puede uno reírse? Recordarás esta infancia como el más absurdo de los encierros...
Hace unos meses tuve la oportunidad de visitar a Antonin en la prisión amarillenta de algún libro -no recuerdo cuál- pero allí me esperaba su imagen... y ciertas veces me parecía acompañarlo en esa fotografía: su juventud era tersa y en ebullición. Pero ya había dolor en esos ojos; había afán de encuentros.
Páginas más tarde, lo vi desecado. Estoy segura de que fueron los pájaros eléctricos. Los histéricos de blanco con alas y con picos que llevaban a Antonin a sus sesiones de electroshock. ¿Quién te ha hecho esto? Los apenas cabellos resecos alborotados por el aletear de la descarga de corriente sobre ese rostro picoteado y óseo. La internación fue un palomar, pero no se volaba más que con el pensamiento.
Me atrevo a pensar que su vida fue una niñez, siempre y que, más allá de su esquizofrenia, vivió latiendo en una contradicción que lo hizo hombre, poeta y dolor: ser y no ser. Vivió buscando nuevas formas de liberación y equilibrio. Ideando la manera de escapar de la sociedad de masas sólo para huir de lo falso.
Puedo oírlo... avanza con una respiración lenta, desde el vientre hasta los pulmones; está recostado, atrapado en una cama; no hay fuerzas pero comienza una picazón en los músculos de la garganta y los espasmos de las cuerdas vocales. Una voz añeja, que ha estado allí desde hace tanto tiempo, brota: parece que gritara una vieja... parece el sacrificio de un cerdo. Antonin no puede moverse. Sólo emite unos sonidos agudos -parece cantar. Y yo bailo. Así nos entendemos... desde el arte; lo siento desde las palabras y dice:
" Si uno pudiese gustar al menos de su nada, si uno pudiese descansar bien en su nada y esa nada no fuese una cierta clase de ser pero tampoco la muerte completa.
Es tan duro no existir más, no ser más en alguna cosa. El verdadero dolor es sentir su pensamiento trasladarse en uno mismo. Pero el pensamiento como un punto ciertamente no es un sufrimiento.
Estoy en el punto en que la vida ya no me concierne, pero con todos los apetitos y la titilación insistente del ser en mí. Sólo tengo una ocupación: rehacerme."
He aprendido a apartar a Artaud de su enfermedad, de la afección de su sistema nervioso y de su patología. Descubrí a un hombre de carne a la intemperie. Antonin es cualquier hombre en cualquier tiempo. Halló su inspiración en problemas existenciales y vivió sin saberse ¿Quién no ha sido Artaud alguna vez? ¿Qué hombre, más allá de su contexto o en virtud de éste, no ha pensado en rehacerse? Sin embargo, Artaud parecía estar más adherido particularmente a estas atmósferas pegajosas que no se quitan: el ser... para qué... por qué...
Pese a toda la contradicción con la que vivió los días de su mundo, Antonin puso siempre el cuerpo al servicio del pensamiento y logró latirse, circularse, aislarse, nacerse y morirse; nada lo detuvo... Fue conciente de su enfermedad y de que zafarse de ella sería un intento de fuga frustrado. El destino lo había empeñado y estaba en manos de lo ajeno.
Cierro el libro y su voz me llega. Temo pasar frente a un espejo y ver su rostro en lugar del mío. Las extremidades desarticuladas de su cuerpo, los pedazos sueltos de su carne, toda su unidad nerviosa. Antonin se asombró del mundo, pero sin este asombro no hubiera sido capaz de sufrir ni de tomar conciencia de sus estados de afección mental. Es tan extraño sentirlo en las noches cuando llega en forma de vacío y llena un espacio que no existirá nunca. Ese es el dolor que su vida nos deja. Las preguntas que él se hizo; las respuestas que no hallaremos.
¿Quién no ha sido alguna vez Antonin Artaud?
Revista La Máquina del Tiempo (www.lamaquinadeltiempo.com).
domingo, 18 de abril de 2010
Reconocimiento
Tú haces el silencio de las lilas que aletean
en mi tragedia del viento en el corazón.
Tú hiciste de mi vida un cuento para niños
en donde naufragios y muertes
son pretextos de ceremonias adorables.
Alajandra Pizarnik
en mi tragedia del viento en el corazón.
Tú hiciste de mi vida un cuento para niños
en donde naufragios y muertes
son pretextos de ceremonias adorables.
Alajandra Pizarnik
Paspartú
Cuántas veces vemos sólo las orillas, las aristas, los ángulos, el contorno. Así nos quedamos, con la pregunta o la no pregunta de que hay al cruzar la línea, al interior. Preferimos no asustarnos más, ¿desilusionarnos?, protegernos; sin embargo, cuando lo que lo circunda es paspartú, uno de colores metálicos –bonito-, sin pensarlo mucho lo brincamos, claro, para no romperlo. En realidad, no siempre y no todos. Azul, verde, rosa, amarillo… El paspartú se reconoce, se ilumina, lo otro no, aunque algunos no paspartú son camaleónicos, no logran ocultarse por mucho tiempo. Eso creo.
miércoles, 14 de abril de 2010
Bonne nuit

Mis zapatitos de muñeca bailarina no resultaron los adecuados para este día: me caí en las escaleras del puente peatonal, más bien me deslicé como niña de tobogán, y los tobillos gritan por que vaya a la cama. Sólo faltó que lloviera y entonces sí, en lugar de zapatitos habrían sido sólo trapitos escurridos. Me empiezo a sentir más fuerte y entera, y claro que aquí los zapatos no tienen nada que ver, no se si será la espirulina y los oligoelementos y el resto de chuches naturistas. Ya no estoy asustada. Espero el desquite, y ya después que pase lo que pase, no me importa, lo importante es que me he prometido no quedarme callada frente al cerdo teñido con taconcitos de taquero, y los que vengan sin importar su clasificación. En fin, muero de hambre y la cama es demasiado tentadora, será mejor pensar en cosas agradables antes de dormir. Mi gato ronronea sobre mis piernas y después se aleja, sé que quiere que apague el monitor y lo siga, a dónde, no sé… Buenas noches.
jueves, 8 de abril de 2010
Jueves
Tengo nauseas del llanto matutino. Y después de mucho tiempo las uñas pintadas con barniz negro, antes era púrpura, rojo o azul, y hoy están de luto y quebradizas como siempre. Mientras intentaba trabajar, más bien pensaba en la lista de adjetivos calificativos que le voy a gritar al misógino-idiota del jefe, y espero tener la fuerza suficiente para hacerlo. Ya quiero que termine esto: renuncia, no renuncies, aguanta, defiéndete, no seas visceral, no es para tanto, sí lo es, después te vas a deprimir cuando no tengas trabajo, luego qué vas a hacer y blablabla. La cabeza me pesa de tanto pensar. Habrá algún método para no hacerlo: apagarte, desconectarte, olvidarte…
Está por llover y la lluvia casi siempre me cae bien, me refresca el ánimo; además, hoy hay sopa de verduras y pollo. La tarde pinta mejor
Está por llover y la lluvia casi siempre me cae bien, me refresca el ánimo; además, hoy hay sopa de verduras y pollo. La tarde pinta mejor
miércoles, 31 de marzo de 2010
El pabellón del vacío
Voy con el tornillo
preguntando en la pared,
un sonido sin color
un color tapado con un manto.
Pero vacilo y momentáneamente
ciego, apenas puedo sentirme.
De pronto, recuerdo,
con las uñas voy abriendo
el tokonoma en la pared.
Necesito un pequeño vacío,
allí me voy reduciendo
para reaparecer de nuevo,
palparme y poner la frente en su lugar.
Un pequeño vacío en la pared.
Estoy en un café
multiplicador del hastío,
el insistente daiquirí
vuelve como una cara inservible
para morir, para la primavera.
Recorro con las manos
la solapa que me parece fría.
No espero a nadie
e insisto en que alguien tiene que llegar.
De pronto, con la uña
trazo un pequeño hueco en la mesa.
Ya tengo el tokonoma, el vacío,
la compañía insuperable,
la conversación en una esquina de Alejandría.
Estoy con él en una ronda
de patinadores por el Prado.
Era un niño que respiraba
todo el rocío tenaz del cielo,
ya con el vacío, como un gato
que nos rodea todo el cuerpo,
con un silencio lleno de luces.
Tener cerca de lo que nos rodea
y cerca de nuestro cuerpo,
la idea fija de que nuestra alma
y su envoltura caben
en un pequeño vacío en la pared
o en un papel de seda raspado con la uña.
Me voy reduciendo,
soy un punto que desaparece y vuelve
y quepo entero en el tokonoma.
Me hago invisible
y en el reverso recobro mi cuerpo
nadando en una playa,
rodeado de bachilleres con estandartes de nieve,
de matemáticos y de jugadores de pelota
describiendo un helado de mamey.
El vacío es más pequeño que un naipe
y puede ser grande como el cielo,
pero lo podemos hacer con nuestra uña
en el borde de una taza de café
o en el cielo que cae por nuestro hombro.
El principio se une con el tokonoma,
en el vacío se puede esconder un canguro
sin perder su saltante júbilo.
La aparición de una cueva
es misteriosa y va desenrollando su terrible.
Esconderse allí es temblar,
los cuernos de los cazadores resuenan
en el bosque congelado.
Pero el vacío es calmoso,
lo podemos atraer con un hilo
e inaugurarlo en la insignificancia.
Araño en la pared con la uña,
la cal va cayendo
como si fuese un pedazo de la concha
de la tortuga celeste.
¿La aridez en el vacío
es el primer y último camino?
Me duermo, en el tokonoma
evaporo el otro que sigue caminando.
José Lezama Lima
1° de abril y 1976.
(Fragmentos a su Imán, 1970-1976)
preguntando en la pared,
un sonido sin color
un color tapado con un manto.
Pero vacilo y momentáneamente
ciego, apenas puedo sentirme.
De pronto, recuerdo,
con las uñas voy abriendo
el tokonoma en la pared.
Necesito un pequeño vacío,
allí me voy reduciendo
para reaparecer de nuevo,
palparme y poner la frente en su lugar.
Un pequeño vacío en la pared.
Estoy en un café
multiplicador del hastío,
el insistente daiquirí
vuelve como una cara inservible
para morir, para la primavera.
Recorro con las manos
la solapa que me parece fría.
No espero a nadie
e insisto en que alguien tiene que llegar.
De pronto, con la uña
trazo un pequeño hueco en la mesa.
Ya tengo el tokonoma, el vacío,
la compañía insuperable,
la conversación en una esquina de Alejandría.
Estoy con él en una ronda
de patinadores por el Prado.
Era un niño que respiraba
todo el rocío tenaz del cielo,
ya con el vacío, como un gato
que nos rodea todo el cuerpo,
con un silencio lleno de luces.
Tener cerca de lo que nos rodea
y cerca de nuestro cuerpo,
la idea fija de que nuestra alma
y su envoltura caben
en un pequeño vacío en la pared
o en un papel de seda raspado con la uña.
Me voy reduciendo,
soy un punto que desaparece y vuelve
y quepo entero en el tokonoma.
Me hago invisible
y en el reverso recobro mi cuerpo
nadando en una playa,
rodeado de bachilleres con estandartes de nieve,
de matemáticos y de jugadores de pelota
describiendo un helado de mamey.
El vacío es más pequeño que un naipe
y puede ser grande como el cielo,
pero lo podemos hacer con nuestra uña
en el borde de una taza de café
o en el cielo que cae por nuestro hombro.
El principio se une con el tokonoma,
en el vacío se puede esconder un canguro
sin perder su saltante júbilo.
La aparición de una cueva
es misteriosa y va desenrollando su terrible.
Esconderse allí es temblar,
los cuernos de los cazadores resuenan
en el bosque congelado.
Pero el vacío es calmoso,
lo podemos atraer con un hilo
e inaugurarlo en la insignificancia.
Araño en la pared con la uña,
la cal va cayendo
como si fuese un pedazo de la concha
de la tortuga celeste.
¿La aridez en el vacío
es el primer y último camino?
Me duermo, en el tokonoma
evaporo el otro que sigue caminando.
José Lezama Lima
1° de abril y 1976.
(Fragmentos a su Imán, 1970-1976)
About
Me pregunto si mi vida sería más fácil si fuera un hombre: no tendría que depilarme con cera las piernas, no sería una floja por no maquillarme, mi cabello estaría perfecto sólo con bañarme, podría hablar con orgullo de mis muchas o breves conquistas sin que me catalogaran de fácil e inmoral y no sería mi culpa si un estúpido me hiciera sentir miserable; nadie me diría que exagero cuando les digo que estoy deprimida y que me asusto cuando alguien toca la puerta de mi oficina. No pensarían que soy una débil por llorar y querer salir corriendo -no sin antes decirle que es un hijo de puta y no soy su bufón-. Si no es para tanto que te digan que eres una rara que necesita terapias y que te toquen la mano para hacerte sentir peor y te mueras del asco, mientras el cínico babea de la excitación que le causa tu estado. Si no es para tanto que se burlen de ti. Si fuera un hombre quizás no sería para tanto, pero soy mujer y se trata de mí, y si los demás no lo entienden que no lo entiendan.
domingo, 28 de marzo de 2010
Mí
Hoy la soledad no me ayuda, preferiría estar acompañada, pero es tarde y hay muchas cosas que hacer en casa. Estoy asustada, la semana pasada fue tan oscura y triste. Me siento líquida y consumida, sólida y taladrada. Sí, soy fuerte, pero cómo les explico que la fuerza se filtra por la bolsita del pantalón mientras camino y queda como una línea tras de mí que cada vez se vuelve más delgada. Quisiera ser del color de las cuentitas verde mar de mi pulsera y circular como el anillo que llevo en el anular izquierdo -el que llega al corazón, dicen- con tanto amor. La tarde avanza y el Sol está tan amarillo que en cualquier momento se cerrará como el ojo de Polifemo para después abrirse a la oscuridad. Y mañana, tal vez mis ojos, mis dos ojos, quizás…
lunes, 15 de marzo de 2010
Hoy
Tengo las manos entumidas. Me duelen los dedos al moverlos. Mis dedos de papel maché con articulaciones de cristal.
Los ojos me pesan, es como si quisieran salirse de la cuenca y rodar hasta encontrar un huequito seco, desértico. Ojos de piedra pómez. Cansados de leer sólo letras durante ocho horas diarias.
Y la cabeza me grita que pare. Y no sé qué contestar cuando en una tesis de doctorado que será publicada el autor confunde palíndromo con anagrama y añade una cita explicando algo que no es, y no lo nota, porque sólo quiere decir que publicó un libro sin importar el libro.
Y me siento aún más triste.
Y mi padre me dice que debo ser fuerte, que no le gusta verme “esa cara”, y yo también. Y me pregunto por qué soy así, y no sé.
Los ojos me pesan, es como si quisieran salirse de la cuenca y rodar hasta encontrar un huequito seco, desértico. Ojos de piedra pómez. Cansados de leer sólo letras durante ocho horas diarias.
Y la cabeza me grita que pare. Y no sé qué contestar cuando en una tesis de doctorado que será publicada el autor confunde palíndromo con anagrama y añade una cita explicando algo que no es, y no lo nota, porque sólo quiere decir que publicó un libro sin importar el libro.
Y me siento aún más triste.
Y mi padre me dice que debo ser fuerte, que no le gusta verme “esa cara”, y yo también. Y me pregunto por qué soy así, y no sé.
viernes, 26 de febrero de 2010
H.e.a.r.t

Si mi corazón pendiera como el que adorna la esquina y girara como un péndulo cuando le hicieran preguntas y se golpeara contra las paredes cuando se sintiera abrumado y se cuarteara cuando algo le doliera, mi corazón no sería más que pedazos de cristal verde amontonados en la esquina que antes adornaba.
Qué difícil es perdonar cuando sabiendo de la fragilidad de tu corazón lo laceran hasta no poder. “No sé, porque eras muy buena”, me dijo, casi sin pensarlo, como respuesta a mi pregunta: "¿por qué eras así conmigo?" "¡Ah!" Creo que fue lo que pronuncié y después de “me dio gusto saludarte” colgué el teléfono. Tantas veces intenté descifrar su crueldad hacia mí, quería que hubiera un motivo, algo que me ayudara a mantenerme lejos, una barrera real. Quería cualquier cosa que me convenciera de ya no quererlo. No sé si lo he perdonado, se podrá, podré. Me he perdonado a mí misma. Y su respuesta me hizo comprender que creí estar o estuve enamorada de un idiota.
Nota: María decía que todas tenemos por lo menos un patán en nuestra vida, sin duda, él fue el mío.
lunes, 22 de febrero de 2010
Pez
De la segunda pesadilla:
Tierra y raíces aumentaban hasta dejar la pecera sin agua, los peces se asfixiaban, sólo veía a Blue intentando respirar entre el lodo. A llevaba la pecera al baño para salvarlos, salían lombrices. Yo veía a algunos mollys anaranjados detrás de un mueble y al moverlo sólo más lodo, lombrices y sanguijuelas; también bajo la cama. Lloraba aún por la pesadilla anterior, porque no se esfumó con ésta, y A no me quería hablar. Blue con las escamas secas sobre el piso, no muere, pero una de sus aletas azul tornasol se quiebra y cae al fondo del rectángulo de cristal.
Esa sensación horrible de tener algo sobre el brazo, ¿una sanguijuela?, ¿una lombriz? No sé, y él no me hace caso…
Otro ambiente y gente desconocida, pero continúan. Peceras quebradas.
Tierra y raíces aumentaban hasta dejar la pecera sin agua, los peces se asfixiaban, sólo veía a Blue intentando respirar entre el lodo. A llevaba la pecera al baño para salvarlos, salían lombrices. Yo veía a algunos mollys anaranjados detrás de un mueble y al moverlo sólo más lodo, lombrices y sanguijuelas; también bajo la cama. Lloraba aún por la pesadilla anterior, porque no se esfumó con ésta, y A no me quería hablar. Blue con las escamas secas sobre el piso, no muere, pero una de sus aletas azul tornasol se quiebra y cae al fondo del rectángulo de cristal.
Esa sensación horrible de tener algo sobre el brazo, ¿una sanguijuela?, ¿una lombriz? No sé, y él no me hace caso…
Otro ambiente y gente desconocida, pero continúan. Peceras quebradas.
miércoles, 17 de febrero de 2010
Turtles and fishes


Volví a tener pesadillas con tortugas, quería intentar tener una real, pequeña y verde, para ver si podía superar el sentimiento, pero por ahora creo que no. Aún me asustan y entristecen. A ellas y a los peces es mejor mantenerlos lejos por algún tiempo. Después de que enterré a Blue, mi beta azul, en la maceta de la cuna de Moisés que tengo en la sala empecé a regalar las peceras…
De niña llegué a tener alrededor de 100 peces, la mayoría eran charales, pero a mí me gustaban, me parecían bonitos. Sin embargo, era terrible cuando alguno saltaba en su anhelo de pez libre y se encontraba con el cemento.
No pude más después de dejar morir al pececito anaranjado, esa imagen es muy dura todavía, a pesar de que la psicóloga decía que era sólo una niña pequeña y era responsabilidad de mis padres y no debía culparme y menos ellos -mi padre-. Recuerdo su mirada dura.
martes, 16 de febrero de 2010
Oz
Tal vez sobre el arcoiris o después del umbral de aquella puerta.
Será Ciudad Esmeralda o el país de las maravillas...
Será Ciudad Esmeralda o el país de las maravillas...
viernes, 5 de febrero de 2010
B. J.

“Todas tenemos algo de Bridget Jones”, me dijo C cuando le comenté que quería presentarle a otra de mis amigas que es “igualita” a B.J. Y hoy por la mañana descubrí que me sale lo Bridget cada que me enfrento a una entrevista de trabajo o cuando algo o alguien me parece estúpido o nada más porque sí, porque así soy (eso dicen quienes me conocen). Entonces, mi lengua adquiere el control y se desenrolla como serpentina soplada; en este punto no hay quien la pare, ya después viene el “¡qué dije!”, eso en el mejor de los casos , porque a veces ni lo noto. Como sea, cada que veo a Réene Zellweger regordeta y en minifalda me hace sonreír. No sé si todas llevamos a una Bridget Jones adentro, pero la mía que se quede, claro, bajo ciertas reservas…
miércoles, 3 de febrero de 2010
martes, 2 de febrero de 2010
Classics
“All you need is love”. Tarde de clásicos (más de The Beatles) para intentar relajar los músculos y los pensamientos (Stairway to heaven –Led Zeppelin-). Me duelen de la rabia de esta mañana con el banco, más la acumulada cuando descubrí que mi cuenta había quedado vacía (hace tres días). "We are the champions " –Queen-.¡Ja!
“Save me”, también ayer en la clase de yoga mientras sentía que las rodillas y músculos se rompían, fueron los minutos más largos de la hora; sin embargo, valió la pena cuando se trozó un poco aquello que en mí resulta prácticamente irrompible. “Yellow submarine”, más bien el auto blanco de Adriana, la instructora, sin Pec y Ethel babeándome y peleando por el lugar del copiloto. Me encantan sus caritas y sus lenguas pegadas al cristal, en espera.
En fin, son casi las 5:00 de la tarde y el frío está muy bueno (Love me two times –The Doors-) y también la coca bien muerta, como decía el tío cuando me mandaba a la tienda y yo no entendía a qué se refería (Let it be). Y nunca le acepté, por pena, el gusaluz que quería tanto en cada cumpleaños.
“I want to break free”. Y después un café o un té.
Del itinerario de mañana: Universidad Pedagógica, C.U., y periódico.
“Imagine”.
“Save me”, también ayer en la clase de yoga mientras sentía que las rodillas y músculos se rompían, fueron los minutos más largos de la hora; sin embargo, valió la pena cuando se trozó un poco aquello que en mí resulta prácticamente irrompible. “Yellow submarine”, más bien el auto blanco de Adriana, la instructora, sin Pec y Ethel babeándome y peleando por el lugar del copiloto. Me encantan sus caritas y sus lenguas pegadas al cristal, en espera.
En fin, son casi las 5:00 de la tarde y el frío está muy bueno (Love me two times –The Doors-) y también la coca bien muerta, como decía el tío cuando me mandaba a la tienda y yo no entendía a qué se refería (Let it be). Y nunca le acepté, por pena, el gusaluz que quería tanto en cada cumpleaños.
“I want to break free”. Y después un café o un té.
Del itinerario de mañana: Universidad Pedagógica, C.U., y periódico.
“Imagine”.
jueves, 28 de enero de 2010
En miércoles: a escasos días de la partida de los Gormley
Ayer que era hoy y hoy que era mañana… Ayer después del susto con los abusos de las inmobiliarias y de discernir entre si comprábamos la bodega, el estacionamiento y los acabados y ya después el departamento, porque para ese sí que no nos alcanza, visité con A la exposición de Gormley. No había pisado un museo desde el paseo por el Dolores Olmedo que finalizó con El Corcito. Los extrañaba, pero sabía que sería doloroso porque aún extraño ese trabajo que me gustaba tanto, sin importar el dinero, y el rechazo a la maestría porque la ilusión por iniciar el año de nuevo en mi universidad y estudiando algo que disfruto tanto se esfumó en un segundo… Vaya que esta inactividad laboral me ha vuelto más catastrófica e incisiva, whit my self.
Decía, fue una tarde muy divertida, jugamos a darle nombre e historias a las esculturas, por segundos o minutos nos convertíamos en ellas o ellas en nosotros y reíamos. Pensaba en lo irracional en que debe mantenerse la mirada para poder brindarle al arte un contexto que, quizás, podríamos llamar racional, o más bien racional-emocional (sí, contradictorio e inexistente), esto es lo terrible de intentar etiquetar -eufemística, sin duda-. Lo dejaré en sensibilidad y me viene la duda sobre la empatía... Ya.
Acepto que a pesar de intentar mirar desde diferentes aristas ciertas obras de determinados autores, sobre todo del denominado arte contemporáneo, en muchas ocasiones ni percibo, ni entiendo, ni siento. Me alegra mucho, que ayer –hoy- no fuera el caso. Lo disfruté mucho.
Decía, fue una tarde muy divertida, jugamos a darle nombre e historias a las esculturas, por segundos o minutos nos convertíamos en ellas o ellas en nosotros y reíamos. Pensaba en lo irracional en que debe mantenerse la mirada para poder brindarle al arte un contexto que, quizás, podríamos llamar racional, o más bien racional-emocional (sí, contradictorio e inexistente), esto es lo terrible de intentar etiquetar -eufemística, sin duda-. Lo dejaré en sensibilidad y me viene la duda sobre la empatía... Ya.
Acepto que a pesar de intentar mirar desde diferentes aristas ciertas obras de determinados autores, sobre todo del denominado arte contemporáneo, en muchas ocasiones ni percibo, ni entiendo, ni siento. Me alegra mucho, que ayer –hoy- no fuera el caso. Lo disfruté mucho.
lunes, 25 de enero de 2010
sábado, 23 de enero de 2010
Además del cáncer de pulmón
Ayer, después de acompañar a mi suegro con un cigarro y del trayecto terrible intentando contener el vómito por el tabaco y el movimiento del auto, volví a replantearme el constante pero no fructífero “voy a dejar de fumar”, al que acto seguido siempre añado unos signos de interrogación. Soy fumadora social y muy mala en soledad, salvo muy pocas ocasiones; además, los cigarros también me traen recuerdos e imágenes bonitas: los raleigh me recuerdan tanto a papá, los boots a las tías en su afán de fumadoras empedernidas, los faritos al mar, los enlatados a la prima y su esposo, los de chocolate a mi infancia, los de clavo – a pesar del asco que me dan- a mis días de universitaria.
Me gusta ver el humo del cigarro a contra luz del sol y A dice que asumo una postura chistosa cuando fumo, claro, también dice que le asquea. Y qué decir (valga la redundancia) del tango maravilloso que me provoca las ganas al escucharlo... Supongo que por ahora no dejaré el cigarro.
Me gusta ver el humo del cigarro a contra luz del sol y A dice que asumo una postura chistosa cuando fumo, claro, también dice que le asquea. Y qué decir (valga la redundancia) del tango maravilloso que me provoca las ganas al escucharlo... Supongo que por ahora no dejaré el cigarro.
sábado, 16 de enero de 2010
Algunos recuerdos en blanco
Los ojos me pican, me duele la mandíbula… Llevo no sé cuanto tiempo aplazando la inevitable –algún día- cita con el ginecólogo. Será, de verdad, que no me gustan los médicos, ni sus batas blancas; que soy como mi padre y repito que todo está en la mente… La mente –lamente-, demasiado complicado para este texto.
Sobre doctores, recuerdo al homeópata que veía de niña, un señor con una nariz que me impresionaba: como una fresa enorme. En la consulta se dedicaba a bromear molestándome. Él reía, mis padres reían, pero yo no. Creo que me gustaba más la doctora que recetaba "agüitas", no recuerdo su rostro sólo su mano sosteniendo el péndulo de cristal mientras me hacía preguntas.
Sí, y como olvidar al que se apellidaba Malpica, me daba un miedo terrible sólo el escuchar que me llevarían con él. Ya me asustaban bastante las inyecciones como para soportar a un "malpica".
Los hospitales me gustan menos. Tengo el recuerdo de mi abuela paterna soplándole a un globo para “fortalecer sus pulmones”, pero ni el globo ni sus ganas pudieron frente a ese “virus de hospital”. La última vez que estuve con mi abuelito Antonio decía que le quitaran el globo que tenía en su garganta, más bien, lo escribía en la libretita que le dio su mujer para que se pudiera comunicar, no podía hablar debido a la traqueotomía. Me despedí con un besito en su frente y él con la sonrisa más bonita que le había visto, la única que recuerdo.
Mientras escudriñaba más allá de la sala de espera del hospital X (que me dejó experiencias muy malas) descubrí una rata blanca nadando en un recipiente de vidrio para no ahogarse y una puerta que decía “Silencio, gato durmiendo”. Después por azares del destino y laborales conocí al gato dormido, dormido dentro de una “pecera” con la cabeza llena de electrodos. Me pregunto aún que soñaría ese gato.
Sobre doctores, recuerdo al homeópata que veía de niña, un señor con una nariz que me impresionaba: como una fresa enorme. En la consulta se dedicaba a bromear molestándome. Él reía, mis padres reían, pero yo no. Creo que me gustaba más la doctora que recetaba "agüitas", no recuerdo su rostro sólo su mano sosteniendo el péndulo de cristal mientras me hacía preguntas.
Sí, y como olvidar al que se apellidaba Malpica, me daba un miedo terrible sólo el escuchar que me llevarían con él. Ya me asustaban bastante las inyecciones como para soportar a un "malpica".
Los hospitales me gustan menos. Tengo el recuerdo de mi abuela paterna soplándole a un globo para “fortalecer sus pulmones”, pero ni el globo ni sus ganas pudieron frente a ese “virus de hospital”. La última vez que estuve con mi abuelito Antonio decía que le quitaran el globo que tenía en su garganta, más bien, lo escribía en la libretita que le dio su mujer para que se pudiera comunicar, no podía hablar debido a la traqueotomía. Me despedí con un besito en su frente y él con la sonrisa más bonita que le había visto, la única que recuerdo.
Mientras escudriñaba más allá de la sala de espera del hospital X (que me dejó experiencias muy malas) descubrí una rata blanca nadando en un recipiente de vidrio para no ahogarse y una puerta que decía “Silencio, gato durmiendo”. Después por azares del destino y laborales conocí al gato dormido, dormido dentro de una “pecera” con la cabeza llena de electrodos. Me pregunto aún que soñaría ese gato.
sábado, 9 de enero de 2010
Nubladitos
Cuando era una niña me gustaba muchísimo la “canción” de gotitas de lluvia, que iniciaba golpeando el dedo índice con la palma de la mano contraria. Así, de uno en uno, pasaba de una llovizna suave hasta el sonido del aguacero, aunque siempre me hacía falta el olorcito a humedad; aún hoy me reconforta. Así, luego pensaba que eran nubes suicidas y sentía esa tristeza en forma de piquetitos breves sobre el pecho. Entonces supe que los paraguas son de las cosas más bonitas para mí, eso sí, nunca he podido tener muchos porque siempre los olvido aquí o allá. Me gusta el frío húmedo que roza mis mejillas y, no niego, que todavía –a veces- salto en los charcos.
Todos vestidos en capas, buscando calorcito, son bonitos los arrumacos que provoca el agüita…
Todos vestidos en capas, buscando calorcito, son bonitos los arrumacos que provoca el agüita…
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