

Hoy la T me ha caído como una ola enorme, de esas que te arrastran y te hacen tragar arena. Y cada que se acerca de ese modo me asusta, porque no quiero que permanezca, que se quede de nuevo. Hoy traigo la garganta anudada con un listón azul desde muy temprano. Tengo ganas de usar el collar de perlas con cristales, tener una vía láctea alrededor del cuello, pero y si es cierto lo que dice mi madre y todo empezó con los aretes con perlas de la abuela, o era un anillo, no sé, no importa. Tampoco sé si terminó también con ellos. Hoy estoy dispar, me siento como aquella mujer de las películas de Almodovar con la cara de un Picasso, tiene razón él, su cara es así. Quisiera un hueco negro donde poder abrazar mis piernas y acurrucar el rostro sobre ellas, pero tampoco puedo porque me dan claustrofobia los lugares muy pequeños. Quiero que te reduzcas hasta ser nada, que te vayas como puntos suspensivos hasta desaparecer, que te conviertas en polvo y te pueda barrer con una escoba hecha de plumas y vueles hacia la nada.
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