Tengo las manos entumidas. Me duelen los dedos al moverlos. Mis dedos de papel maché con articulaciones de cristal.
Los ojos me pesan, es como si quisieran salirse de la cuenca y rodar hasta encontrar un huequito seco, desértico. Ojos de piedra pómez. Cansados de leer sólo letras durante ocho horas diarias.
Y la cabeza me grita que pare. Y no sé qué contestar cuando en una tesis de doctorado que será publicada el autor confunde palíndromo con anagrama y añade una cita explicando algo que no es, y no lo nota, porque sólo quiere decir que publicó un libro sin importar el libro.
Y me siento aún más triste.
Y mi padre me dice que debo ser fuerte, que no le gusta verme “esa cara”, y yo también. Y me pregunto por qué soy así, y no sé.
lunes, 15 de marzo de 2010
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