domingo, 28 de marzo de 2010

Hoy la soledad no me ayuda, preferiría estar acompañada, pero es tarde y hay muchas cosas que hacer en casa. Estoy asustada, la semana pasada fue tan oscura y triste. Me siento líquida y consumida, sólida y taladrada. Sí, soy fuerte, pero cómo les explico que la fuerza se filtra por la bolsita del pantalón mientras camino y queda como una línea tras de mí que cada vez se vuelve más delgada. Quisiera ser del color de las cuentitas verde mar de mi pulsera y circular como el anillo que llevo en el anular izquierdo -el que llega al corazón, dicen- con tanto amor. La tarde avanza y el Sol está tan amarillo que en cualquier momento se cerrará como el ojo de Polifemo para después abrirse a la oscuridad. Y mañana, tal vez mis ojos, mis dos ojos, quizás…

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