Si mi pensar hablara como no lo hacen las flores secas, como estos rayos de sol filtrados por la ventana, como la lluvia que se aproxima de nuevo. ¿Lo reconocería? ¿Diría todo? ¿A quién? ¿A ti, a mí? ¿Se rompería algo? ¿Se acabaría todo? Mejor no pensar en la lengua larga del pensar.
La tía Euge dice que Tin tan antes de ser él (Tin tan) era novio de la muchacha que ayudaba en casa de los abuelos. Pasaban al kinder por ella y él decía: “súbase mi ricitos de oro (a la bicicleta)”. Y si no era Tin tan quién era. Claro que ya era.
Si me pidieran que dijese algo de cinco de mis “cosas” favoritas diría –podría ser-: de las orquídeas me gusta su extraña figura, digamos, un tanto animal, casi puedo mirarlas caminar, sacudirse el agua fría de lluvia de las tardes grises, melancólicas, susurradas, desfragmentadas sobre el paraguas azul-Chopan tuberculoso, álgido, pálido y cubierto de piedras de colores; lapislázuli en dije pendiente de los alambres, aristas, garras de gato desgarrando a la Luna.
domingo, 11 de julio de 2010
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